Tipos de Acv

13.01.2015 08:20
 

Accidente cerebrovascular, ¿cómo podemos prevenirlo?

 


 Todos hemos escuchado de algún conocido, familiar o amigo el término “accidente cerebro vascular”, “derrame cerebral” o “ataque cerebral”. También hemos escuchado las severas consecuencias que dicho cuadro clínico puede generar. Pero, ¿qué significa en realidad un accidente cerebrovascular?

Un accidente cerebrovascular (ACV) sucede cuando el flujo sanguíneo a una parte del cerebro se interrumpe debido a que un vaso sanguíneo en dicho órgano se bloquea o se rompe. Las células cerebrales necesitan un aporte continuo de oxígeno (transportado por la sangre) para funcionar correctamente y si se detiene dicho aporte por solo unos pocos minutos, las células mueren rápidamente dejando secuelas irreversibles. 
El ACV constituye un problema de salud pública a nivel mundial por diversas razones. Entre ellas merecen destacarse la considerable mortalidad y la elevada incidencia de secuelas discapacitantes; y la particularidad de ser una enfermedad cuyos factores de riesgo son en su mayoría prevenibles o modificables. Nunca más oportuno el refrán de Erasmo de Rotterdam, más vale prevenir que curar.


¿Qué tipos de ACV existen y cuáles son sus causas?

 Básicamente existen dos tipos de ACV, el isquémico y el hemorrágico. 
En el primer caso, el ACV ocurre cuando un vaso sanguíneo que irriga sangre al cerebro resulta bloqueado por un coágulo de sangre. Esto, a su vez, puede suceder de dos maneras: 
a) Se puede formar un coágulo en una arteria previamente dañada o enferma (comúnmente por aterosclerosis), lo cual se denomina trombo. La arteriosclerosis es como un envejecimiento de las arterias que las vuelve rígidas, en un proceso progresivo que consiste en la acumulación de colesterol, calcio y otras sustancias en la pared de las arterias. En ciertas zonas de las arterias el estrechamiento puntual es mayor, llegando a tapar casi por completo el paso de la sangre. 
b) Un coágulo se puede desprender de alguna parte del cuerpo (corazón, aorta, carótidas) y viajar hasta el cerebro para bloquear una arteria más pequeña, situación conocida como embolia. La causa más común de embolia es la presencia de coágulos que migran desde el corazón.
El ACV isquémico constituye el tipo más frecuente. La hipertensión arterial es el factor de riesgo número uno para este tipo de ACV. La edad avanzada, el tabaquismo, el colesterol elevado, la obesidad, el sedentarismo y por supuesto la diabetes constituyen otros factores predisponentes.   
Una reciente investigación realizada en Inglaterra, evaluó a más de 20.000 individuos sin antecedentes cardiovasculares y los siguió por 11 años. Los autores encontraron que las personas que tenían hábitos saludables (realizar ejercicio, consumir frutas y verduras, no fumar y no consumir alcohol en exceso) tuvieron menos de la mitad del riesgo de presentar un ACV con respecto a las personas que no tenían dichos hábitos.
Por otro lado, un ACV hemorrágico ocurre cuando un vaso sanguíneo en alguna parte del cerebro se debilita y se rompe. Los golpes fuertes en la cabeza (trauma encefálico) pueden ser causas de ellos. Algunas personas tienen defectos congénitos (de nacimiento) en los vasos sanguíneos del cerebro que nos hacen susceptibles a tener un episodio. El consumo de alcohol y drogas o algunas enfermedades de la sangre (trastornos hemorrágicos) constituyen otros factores de riesgo. Este tipo de ACV es menos frecuente.

¿Cuáles son los síntomas que puede tener una persona que sufre un ACV?

Los síntomas del ACV dependen de qué parte del cerebro esté dañada. Generalmente se presentan de manera súbita y sin aviso. Es innumerable la cantidad de síntomas que pueden presentarse, entre ellos podemos encontrar debilidad muscular en la cara, el brazo o la pierna (generalmente sólo en un lado). Ud. habrá escuchado la palabra “hemiplejía” o “hemiparesia”. En el primer caso el paciente no puede mover “la mitad del cuerpo”, incluyendo los músculos de la cara, el brazo y la pierna. En el segundo caso puede moverlos, pero con mucha menos fuerza. Muchas veces sólo afecta la cara, algún brazo o alguna pierna. Pueden existir problemas para hablar o entender a otros que estén hablando, alteraciones en la vista, incluyendo disminución de la visión, visión doble o ceguera total. También pueden aparecer trastornos en la sensibilidad que afectan el tacto y la capacidad para sentir el dolor, la presión, o las temperaturas. Habrá escuchado de algún caso en que algún conocido presentó cambio súbitos en la lucidez mental, confusión o pérdida de memoria, dificultad para leer o escribir, pérdida de la coordinación o del equilibrio, etc, etc, etc. Veámoslo así: El cerebro es un mapamundi. Dependiendo en qué país ocurra el sismo, las consecuencias variarán considerablemente.

¿Cuál es el tratamiento?
 
Un ACV es una emergencia médica. El tratamiento inmediato puede salvar vidas y reducir la discapacidad. Llame al número de emergencias o busque atención médica inmediatamente ante los primeros signos sugestivos. No espere en su casa. No demore. El tratamiento depende de la gravedad y causa del ACV. Se requiere hospitalización para la mayoría de los sujetos. Suelen requerir internación en terapia intensiva y una atención por un equipo médico multidisciplinario.
Sin entrar en detalles, pueden requerirse medicaciones especiales para disolver los coágulos, una correcta hidratación, un soporte nutricional óptimo y en algunos casos la asistencia de un respirador artificial. Por supuesto, luego de superada la etapa aguda, la fisioterapia, la terapia ocupacional y la rehabilitación en general son piedras angulares en la recuperación. El objetivo del tratamiento a largo plazo es ayudar al paciente a recuperar la mayor funcionalidad posible y prevenir accidentes cerebrovasculares futuros. Para esto es fundamental que los factores de riesgo que existían antes del ACV se corrijan o modifiquen rápidamente.


¿Cuál es el pronóstico y cómo podemos prevenirlo?

El pronóstico depende del tipo de ACV, de la cantidad de tejido cerebral dañado, de qué funciones corporales están afectadas y de la prontitud para recibir el tratamiento. Existen episodios que duran sólo unas horas con recuperación completa (también llamados ataques isquémicos transitorios). Otras veces, el episodio es fatal (se calcula una mortalidad del 20-30%). Cuando los síntomas persisten, la recuperación puede ocurrir por completo o puede haber alguna pérdida permanente de la función (secuela). El tiempo es variable y cada caso es distinto. No se puede generalizar.
Existen factores de riesgo modificables y no modificables que aumentan la probabilidad de tener un ACV, principalmente del ACV isquémico. Si bien como su nombre lo indica sólo podemos actuar sobre los “modificables”, describiré brevemente todos los principales factores predisponentes:

Factores no modificables:

-Edad avanzada: el riesgo de tener un ACV se incrementa progresivamente con la edad.
-Herencia (historia familiar) y raza: el riesgo de sufrir un ACV es mayor en personas que tienen historia familiar de ACV. Los afroamericanos tienen mayor riesgo de muerte e incapacidad generada por ACV que los blancos, en parte porque tienen mayor incidencia de hipertensión arterial y diabetes. 
-ACV previo: El riesgo de repetir un ACV es mayor que en aquellas personas que no lo han padecido.

Factores modificables:

-Hipertensión arterial: Este es el factor de riesgo más importante para desarrollar un ACV. Controle su presión arterial. No espere a tener “síntomas” para tomarse la presión. Nadie nace hipertenso, todos los hipertensos son diagnosticados en “algún momento” de sus vidas. Si bien a mayor edad, mayor probabilidad de ser hipertenso, puede ocurrir en cualquier momento. “Siempre tuve la presión baja”, “no siento ningún síntoma” son falsas excusas que de ningún modo excluyen tener la presión elevada. Es muy común escuchar un “NO” rotundo cuando uno le pregunta a un paciente si es hipertenso, pero ¿cuándo fue la última vez que controló su presión? Imagínense las respuestas… Albert Einstein decía “todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. 
 Por otro lado, si Ud. ya se conoce hipertenso y está medicado para ello, asegúrese que su presión está controlada. Muchas personas creen que una vez medicados se acabó el problema. Otro mito. Controle regularmente su presión, independientemente si ya tiene diagnóstico de hipertensión o no. Anote y agende: “Controlar la presión definitivamente previene un ACV”.

-Tabaquismo: Deje de fumar. No es fácil. Tampoco imposible. Decía Miguel de Cervantes Saavedra, “la senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso”. No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer. Déjese ayudar, consulte con su médico.

-Diabetes: es un factor de riesgo independiente de sufrir un ACV. Además, los pacientes diabéticos presentan con mayor frecuencia otros factores de riesgo como colesterol elevado, obesidad o hipertensión arterial. El control adecuado de la diabetes es una forma efectiva de prevenir un ACV. Preguntamos regularmente a nuestros pacientes: ¿Cuánto hace que no se controla su diabetes? Imagínense las respuestas otra vez.

-Enfermedad vascular de las arterias carótidas o enfermedad cardíaca: Sin entrar en detalles, muchas enfermedades cardíacas (fundamentalmente cierto tipo de arritmias) y la enfermedad de las arterias que llevan la sangre al cerebro (carótidas) aumentan el riesgo de ACV. No quiero insistir, pero ¿cuánto hace que no concurre a su médico para un “control”?. Si Ud. es diabético, ¿realiza rutinariamente un control cardiológico?. Medidas simples como tomar el pulso, escuchar “soplos” o realizar un electrocardiograma pueden detectar precozmente un problema, tratarlo, e indirectamente prevenir la aparición de un ACV.

-Colesterol elevado. El colesterol es una sustancia "grasosa" que nuestro cuerpo utiliza para diferentes funciones, como formar parte de la estructura celular o producir ciertas hormonas. Todos nosotros tenemos colesterol y sin él no podríamos vivir. La mayor parte del colesterol dentro de su cuerpo se produce por el hígado, el resto proviene de la dieta. Aunque algo de colesterol en su sangre es esencial para su salud, demasiado puede ser nocivo. Si su nivel de colesterol es muy alto, puede aumentar su riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, entre los que se encuentra por supuesto el ACV. Evite los alimentos grasos. Siga una dieta saludable y baja en grasas. Prometo que es la última pregunta, ¿Cuánto hace que no se mide su nivel sanguíneo de colesterol?

-Otros: Mantener un peso adecuado, realizar actividad física, no consumir alcohol en exceso y mantener una dieta saludable son medidas con efecto preventivo demostrado.

Reflexiones finales

 El ACV es un problema de salud relevante. Como vimos, no solamente puede ser una enfermedad fatal, sino que puede dejar secuelas irreversibles. El ACV constituye la tercera causa de muerte en el mundo y la primera de discapacidad en adultos. Imagínense las consecuencias laborales, económicas o sociales que pueden aparecer luego de un ACV. ¿Qué problemas físicos y psicológicos debe afrontar un sujeto luego de un ACV? ¿Cómo impacta en un núcleo familiar la presencia de un paciente con una secuela irreversible?
Pero al mismo tiempo conocimos que podemos evitarlo. Un correcto control de nuestros factores de riesgo es crucial y necesario. El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos (William Shakespeare). Depende en gran parte de nosotros.