Alteraciones ungueales en los pies del corredor

13.12.2014 08:23



Los dedos constituyen la zona más alejada de brazos y piernas y es precisamente con ellos con los que nos relacionamos con el medio que nos rodea, si no fuera por las uñas sufriríamos continuos traumatismos en el pulpejo de los mismos.

Al corredor de fondo se le reconoce fácilmente por sus uñas, ya que los microtraumatismos repetitivos de sus dedos, con la puntera de la zapatilla, van a ocasionar en muchas ocasiones pequeños desastres en ellas.

Las modificaciones de color, grosor y forma de las uñas son conocidas como onicodistrofias y afectan a una parte importante de la población.

Patologías más frecuentes
Las uñas ocupan por orden de frecuencia la segunda razón por la que el corredor de maratón precisa atención podológica en la carrera, sobre todo, por la presencia de hematomas bajo las uñas, encarnamientos y pérdida de las mismas. Es frecuente oír a un corredor decir “esta uña la perdí en tal carrera, ésta en tal otra”; uñas que en muchas ocasiones y a pesar nuestro, no volverán a ser las mismas.

Pero además de los traumatismos, existen otras patologías ungueales como las infecciones por hongos (onicomicosis), bacterias (panadizos), virus (herpes), soriasis, callo subungueal y algún tipo de tumor (glómico) de carácter maligno.
En muchas ocasiones un traumatismo en la uña originará la base para que se produzca una infección que favorecerá el desprendimiento de la lámina ungueal, entrando de esta forma en un círculo vicioso que culminará, en muchas ocasiones, con la pérdida de la uña (onicólisis).

Onicomicosis
Representan el 50% de la patología ungueal y según las estadísticas hasta un 20% de la población general se vería afectada por hongos en las uñas, pero este porcentaje se dispara en los mayores de 70 años hasta un 50% y hay estudios que sitúan a los jugadores de baloncesto americano en torno al 89%. Entre los agentes causales conviene distinguir entre: Cándidas, que afectan a la uña desde... los bordes laterales y próximal al nacimiento de la misma. Dematófitos (Trychophyton rubrum), más frecuentes en el pie, cuya afectación discurre desde el borde libre hacia la matriz.


Normalmente una infección por hongos no tratada producirá, con el paso del tiempo, un engrosamiento de la lámina ungueal y un cambio de coloración hacia amarillento, marrón, verdoso e incluso negruzco.
Tratamiento. Lo primero que debemos hacer ante la sospecha de presentar una infección por hongos en nuestras uñas, será acudir al dermatólogo o podólogo; la realización de biopsia no es determinante al existir falsos negativos y por tanto no es una prueba concluyente. En la actualidad existe un amplio abanico de posibilidades en cuanto a tratamientos, que pueden ser tópicos, en forma de laca (amorolfina, ciclopiroxolamina), orales (itraconazol, fluconazol y terbinafina) o combinados, logrando la curación total entre 6 y 18 meses de tratamiento, si bien hay un 25% de fracasos terapéuticos.
El hecho de que las uñas de nuestros pies no suelan estar a la vista hace que a menudo nos olvidemos de ellas y no tratarlas conducirá a una uña realmente enferma, engrosada y deforme, cuya única solución será la extirpación completa bajo anestesia local (ablación completa).

Onicogrifosis
Es el engrosamiento de la placa ungueal con importante deformación de la uña, que se caracteriza por presentar surcos o rebordes transversales y una coloración pardusca. Se trata de una uña difícil de cortar y que a menudo produce desgarros de la matriz, dolor y lesiones al dedo contiguo. Entre las causas más frecuentes estarían: • Microtraumatismos, al correr. • Crecimiento anormal de hueso en la falange correspondiente. 
Tratamiento. Consiste en el fresado de la uña con micromotor eléctrico que tendrá un efecto aproximado de 4 meses, eliminación de excrescencia ósea de la falange distal del dedo gordo, si existiese, o la extirpación completa de la uña.

Onicocriptosis 
Es la incrustación del borde de la uña en el reborde de la piel vecina y está favorecida por herencia genética, la forma de la uña en teja, el exceso de sudor, infecciones repetitivas y engrosamiento de la lámina ungueal, los zapatos estrechos y en corredores los microtraumatismos y el exceso de pronación, provocando el despegue del pie por el lateral del primer dedo, originando la inflamación del rodete dérmico y el encarnamiento.
Tratamiento. Distinguiremos tres estadios:
1º El tratamiento irá encaminado a reeducar el posicionamiento de la uña mediante la colocación de torundas de algodón con la intención de abrir la uña y dejarla crecer hasta que el ángulo superior de la misma supere el reborde de la piel incrustado, insistiendo en el corte recto de la uña.
2º Cuando exista cierta inflamación de la piel que rodea a la uña, realizaremos un corte lateral de parte de la uña enterrada para favorecer la normalización de la misma con antibióticos, baños salinos, etc.
3º Cuando hayan fracasado los dos pasos anteriores, nos veremos obligados a realizar la resección total o parcial de la lámina ungueal, bajo anestesia local y bajo las medidas de asepsia correspondientes, solucionando el problema de forma definitiva.

Conclusiones. Las uñas son a menudo el reflejo de enfermedades sistémicas del organismo; pueden estar alteradas genéticamente, pero también pueden enfermar por los malos hábitos.